• 14 Dec 2023
Concentración
Divagación
Daniel Goleman
El equilibrio entre la concentración y la divagación
Notes of: Deep Work by Cal Newport

Cuando estamos más concentrados, compartimos dos características comunes todos los humanos, o al menos la gran mayoría. Por un lado, nuestro estado emocional es más estable y positivo, y ni siquiera lo notamos. Además, de manera similar, somos capaces de silenciar ruidos y distracciones del ambiente que nos rodea. Por otro lado, una vez estamos dispersos, somos más negativos; el estado emocional es más bajo y, adicionalmente, no somos conscientes de lo que estamos pensando en gran parte de las veces.
La distracción genera como consecuencia que la mente errante se dirija a lugares donde normalmente nos sumergimos en preocupaciones, temores y situaciones que debemos resolver de manera pronta. Por ello, ocasionalmente, cuando divagamos, se nos ocurren soluciones a algunos de estos problemas de manera sencilla. Si bien la mente puede dirigirse a pensamientos más positivos y a casos en los que nos imaginamos cosas no relacionadas con nuestras vidas, en general, nos ocupamos mentalmente de lo que nos preocupa. Por eso, la próxima vez que vayan en transporte público y crean que la mayor distracción es el chisme que está contando la persona del frente, piénsenlo de nuevo.
Curiosamente, nuestra atención y la mente dispersa son tan increíbles que no notamos de manera inmediata cuando nos distraemos. Nos toma unos minutos percatarnos de que no estamos escuchando el podcast o que no le prestamos atención a la conversación en la que estamos. Algunas personas tienen mayores capacidades para notarlo; a esto le llamamos autoconciencia. Si bien no es particularmente malo no darse cuenta, sí nos ayuda a la hora de reenfocar nuestra atención en lo que estábamos originalmente. La razón de que esto suceda es que la región del cerebro encargada de la atención es la misma que manda nuestro cerebro a la deriva, haciendo difícil notar la transición una vez que ocurre.
Retornando a nuestra atención y cómo cambiar la distracción en atención requiere autoconciencia, los estudios demuestran que aquellas personas con mayor facilidad para lograr esto son también más propensas a escuchar mejor sus emociones y a fluctuar de un estado a otro con mayor rapidez. Ahora, el cómo se logra mejorar esa faceta no es ni complejo ni fácil; es más bien empezar a evaluar las sensaciones que rodean nuestra mente, es ser conscientes de lo que sentimos en el ahora. Por ejemplo, necesitamos que nuestra mente sea capaz de inhibir el bullicio de las distracciones para estar verdaderamente concentrados, y eso implica que en estos casos vamos a aprender a ser conscientes de que, por ejemplo, si bien estamos molestos con que se me haya perdido el celular, el hecho de sentirme así no va a cambiar el suceso. La autoconciencia nos ayuda a determinar que, de hecho, tengo un estado de ánimo que fluctúa pero que al mismo tiempo, nos permite desapegarnos de él para poder continuar con las cosas que tenemos por hacer.

Ahora, si bien no todos los días podemos ir a caminatas naturales, sí somos capaces de respirar y, en vez de pensar en el informe que estamos haciendo, concentrarnos en nuestra respiración por unos minutos. Por ejemplo, podemos ir por un café a la cafetería de al lado y tratar de no pensar en nada. Cada vez que somos capaces de cerrar la puerta a la necesidad de estar concentrados, nos ayuda a liberar el cansancio que implica estarlo de alguna manera. Por eso, cuando se habla sobre retiros espirituales o similares, muchas veces nos piden apagar celulares, no pensar en el afuera ni en los eventos que tenemos por hacer, sino en el ahora y en el presente inmediatamente frente a nosotros. Esta atención dirigida al ahora nos libera de las preocupaciones del trabajo o los estudios.